Masticar sustancias no nutritivas

Helena es una niña de 5 años, sus padres me llamaron pidiéndome ayuda para solucionar un problema que ya lleva unos meses presentándose. Helena, continuamente se mete en la boca y mastica cualquier sustancia no nutritiva.

Desde chupar continuamente el cordón de algodón de la chaqueta o la cremallera hasta comer pañuelos de papel, arena, pegamento de barra, plástico, el hierro de una baranda de balcón, hasta una pila AA que por casualidad encontró a su alcance.

Antes de acudir a terapia sus padres consultaron con su pediatra, y este ante la posible falta de algunos minerales o anemia, hizo los correspondientes análisis para descartar la falta de algún nutriente o cualquier otra alteración fisiológica. Mientras, le recetó un suplemento de hierro.

Los padres de Helena al ver que el problema continuaba persistiendo, decidieron consultarme, ya que habían observado que en los momentos en que Helena, estaba más nerviosa, repetía esta conducta muchas más veces y durante más tiempo.

Helena es una niña bastante tímida e introvertida. Para los padres, era una situación urgente a resolver, ya que hacía pocos días habían encontrado a Helena con una pila en la boca. Sus padres se asustaron mucho, así que decidieron tomar cartas en el asunto de una vez.

Las principales causas de este tipo de conductas, según investigaciones y publicaciones al respecto, suelen ser la falta de algún nutriente (hierro o zinc) o anemia, también la desatención, el estrés o ansiedad.

Se las puede conocer por trastorno de pica o alotriofagia, se presenta con mayor frecuencia en niños y niñas de 1 a 6 años.

Muchos animales también presentan este tipo de conducta, si tienes una mascota, perro o gato, seguramente habrás observado que en alguna ocasión comen  también sustancias no nutritivas, en la mayoría de los casos, son consultas puntuales, porque sí responden a una falta de algún nutriente o para calmar algún desajuste intestinal. Por lo tanto, en estos casos se considera una ingesta funcional o adaptativa.

La Terapia

Con esta situación, decidimos empezar a trabajar con los padres de Helena, primero adaptando su entorno y eliminando situaciones peligrosas. Simplemente les pedí que hicieran desaparecer todas aquellos objetos o sustancias que entrañan un riesgo real: pilas, objetos metálicos punzantes, piezas pequeñas que pudiera tragar, etc.

Dado que ya habían consultado al pediatra, les pedí que intentan descartar junto al pediatra la posibilidad de que existiera alguna alteración fisiológica que estuviera manteniendo esta conducta.

Los tres, los padres de Helena y yo, nos pusimos manos a la obra en un par de sesiones a conocer con exactitud en qué situaciones, momentos, en compañía de quién, qué tipo de objetos, cuál era su estado de ánimo, de estrés o de ansiedad… todo lo que se nos pudiera ocurrir, como si fueran realmente unos investigadores para conocer mejor el contexto dónde ocurría esta conducta.

Los padres de Helena destacaron que sobre todo, la conducta de masticar sustancias no nutritivas, ocurría cuando no estaba haciendo nada en especial, cuando estaba aburrida o cuando su nivel de estrés al enfrentarse a ciertas actividades sociales era algo elevado.

Helena practicaba gimnasia artística y en algunas ocasiones debía presentarse a alguna prueba o competición, que le hacían estar más nerviosa de lo habitual.

En las siguientes sesiones, el trabajo durante las sesiones de terapia se dedicó a gestionar los miedos y inseguridades de la mamá de Helena, la conducta de su hija le hacía pensar en los peores panoramas, que alguna vez se intoxicara con alguna substancia y cayera gravemente enferma o incluso que llegara a morir por la asfixia causada al tragar algún objeto.

Prácticamente en las sesiones no volví a  ver a Helena, a medida que la autoconfianza de la mamá de Helena iba creciendo, la conducta de masticar sustancias no nutritivas mejoró extraordinariamente.  

La mamá de Helena encontró una solución que les funcionaba muy bien, simplemente consistió en anticiparse a los momentos en los que Helena solía aburrirse y brindarle algunas alternativas para que Helena escogiera qué hacer. También le ayudó a reorganizar sus prioridades después de su jornada laboral y ella misma decidió prestar mucha más atención y pasar más tiempo «efectivo» con sus hijos.

El final de la Terapia

Durante el seguimiento, Helena sólo se había puesto el cordón de la chaqueta, en alguna ocasión muy puntual (creo recordar estar esperando en una competición) y sólo necesitó una ligera advertencia para dejar de hacerlo y no repetirla.

Los padres de Helena, sobre todo el padre de la niña, se sorprendieron mucho del cambio que había dado la mamá de Helena, creía que era bastante difícil que su mujer diera un cambio en ese sentido, sobre todo por confiar más en ella y lo bien que sabía hacerlo.

Como que fue un cambio que consiguieron entre todos, al finalizar la terapia les pedí que organizaron una celebración para toda la familia, dónde juntos habían conseguido solucionar una situación que peligrosa y que les preocupaba.

La familia de Helena, no estuvo más de 3 meses en terapia, realizaron unas seis sesiones en total.

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Laura Cano | Breu: espai de Psicoteràpia
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