¿Cómo hago yo con el ESTRÉS desde que conozco esto?

El factor desconocido que afecta a tu salud, tu estrés y tu riesgo de morir en el próximo año

¡Qué bonito… y qué estresante es mi trabajo!

Trabajar de psicóloga puede ser un trabajo muy bonito y reconfortante, cuando recibes a las personas en tu consulta, preocupadas, sufriendo, pasándolo mal, pensando que su situación sólo tiene el peor de los desenlaces. 

Es genial cuando puedes ofrecerles alguna alternativa para poder salir del círculo vicioso en el que se encuentran. Y después de hacerlo, de trabajar conjuntamente, observas como les cambia el rostro, como cambian de cara, como las sonrisas se dibujan en su cara mucho más espontáneas, durante toda una sesión. 

Nunca veo a nadie que venga simplemente a contarme que bonita le va la vida. Mi trabajo como psicoterapeuta no es ese. Es bonito y reconfortante ayudar a alguien a salir de la mierda, para que me entiendas. 

La parte bonita y happy la vemos sólo más adelante, cuando las cosas ya han mejorado mucho más y llegan las últimas sesiones. Pero hasta entonces, una ha tenido que disponerse a escuchar y a reconducir conversaciones donde lo desagradable, por corregir mi lenguaje, está por todas partes. 

Tiene que haber mucho de pasión para hacer este trabajo, no es fácil y sí, implica un nivel de estrés algo elevado. Imagínate a tí en la situación: escuchando, consolando y arropando a algún amigo, familiar o conocido. Estoy segura que sabes que se siente, te ha tocado hacerlo alguna vez y lo has hecho de corazón, pero sabes que es cansado, agotador y la ligera línea entre la empatía y la simpatía es delgada y muy fácil de cruzarla. 

Esta es la gestión emocional con la que me toca lidiar todos los días. Y además, ofrecer algo más efectivo que sólo escuchar o consolar. Ofrecer soluciones, activar recursos y mantener la motivación. Y todo esto, no se consigue con tests o redactando informes, se consigue con mi presencia, mis palabras, mis preguntas o mis silencios. 

Podría seguir contándote sobre mi trabajo, porque ya lo sabes: ¡me apasiona! pero quiero que este artículo sea para tí algo más interesante. 

¿Cómo me enfrento yo al estrés?

Así que, como experta que me considero en situaciones estresantes (últimamente estoy muy puesta en ellas) quiero desvelarte cómo me enfrento yo a estas situaciones y cuáles son los motivos que me han llevado a hacerlo de esta manera. 

Durante mi formación como psicóloga, siempre nos enseñaron que el estrés era el enemigo número uno a combatir, junto con la baja autoestima. Los dos principales factores precursores de innumerables trastornos mentales no orgánicos. 

Por tanto, sigues creyendo que eso funciona así. Estudias, trabajas, te mudas, tienes relaciones de pareja, te vuelves a mudar, pierdes a personas cercanas, te quedas sin trabajo, lo dejas todo y emprendes… y observas la lista de los principales acontecimientos estresantes y parece que ya no te queda ninguno por sufrir. 

Y te preguntas:

 ¿Qué pasa? ¿Es que a mí el estrés no me afecta? ¿O realmente, el estrés no es tan malo malísimo?

(Podríamos empezar a cruzar temas y seguir hablando aquí también sobre la resiliencia. En otro momento, cariño. )

Sigo…

Hasta que te encuentras con la conferencia de Kelly McGonigal en TEDx Women o TEDGlobal 2013 “How to make stress your friend” / “Cómo convertir al estrés en tu amigo” 

Por eso, compartiendo los hallazgos de las últimas investigaciones sobre el estrés quiero hacer que tu concepción sobre este cambie después de leer este artículo. 

No voy a reproducir palabra por palabra la charla de Kelly, pero sí quiero hacerte un buen resumen. Ella empieza explicando los resultados de un estudio en EEUU dónde se hizo el seguimiento de 30000 adultos durante 8 años. Les preguntaron por cuánto estrés habían sentido en el pasado año, si creían que el estrés era perjudicial para su hogar y familiares y finalmente utilizaron los registros de defunción públicos para saber quién de ellos había muerto.

Los resultados fueron sorprendentes

Las personas que habían experimentado mucho estrés, se estimó que tenían un 43% más riesgo de morir. Pero sólo fue cierto para aquellas personas que también creyeron que el estrés es perjudicial también para su hogar, su familia y su gente. 

Las personas que experimentaron mucho estrés pero no creyeron que fuera perjudicial y no creyeron que eso les podría matar, obtuvieron una estimación mucho menor en el riesgo a morir en el próximo año. Incluso, más que aquellos que sólo habían experimentado un poco de estrés pero sí creyeron que el estrés era horrible. 

El estrés te mantiene SANO

Cuando cambias tu concepción respecto al estrés, cambias la respuesta que da tu cuerpo al estrés. 

Imagínate a tí, en la última situación en la que te sentiste realmente estresado. Muy probablemente tu corazón aumentó su frecuencia cardíaca, latía mucho más rápido, empezaste a respirar más frecuente y entrecortadamente y es probable que apareciera algo de sudor por tu frente. 

En cualquier situación, médicos, psiquiatras y psicólogos, interpretamos estos cambios físicos como síntomas de ansiedad. Pocas veces como signos de que estamos afrontando muy bien la presión de una situación estresante. 

¿Por qué no interpretamos que es la mejor manera que tiene tu cuerpo de prepararse para un reto, para energizarte en esta situación?

Si sientes taquicardia o la aceleración de tu corazón, es signo de que tu cuerpo se está preparando para la acción. 

La respiración más rápida, no es ningún problema, simplemente estás bombeando más oxígeno a tu cerebro. 

De esta manera, la respuesta al estrés es la facilitadora de los cambios que debes afrontar. 

Y se produce el milagro: de pronto, empiezas a encontrarte menos ansioso y más confiado. ¡Bien, pero además tu respuesta física al estrés también cambia! 

En una respuesta física típica de estrés, la frecuencia cardíaca sube y los vasos sanguíneos se contraen. Por este motivo, se asocia el estrés crónico con los problemas cardiovasculares. Y evidentemente, esto nunca puede ser saludable permanecer así todo el tiempo. 

Tu respuesta al estrés és ÚTIL

Cuando concibes que tu respuesta al estrés es algo útil, tus vasos sanguíneos se mantienen relajados. El corazón sigue latiendo fuerte, pero con un perfil cardiovascular más saludable. Algo más parecido a lo que ocurre en los momentos de diversión (sí, como por ejemplo, cuanto tienes sexo o practicas deporte). 

No sé si necesitas más argumentos, Kelly Mcgonical es una psicóloga experta en divulgar el conocimiento de los avances científicos, en libros y charlas como la que ha inspirado este artículo. Ella lo hace muy bien, yo no quiero aburrirte. 

Por tanto, lo que hace realmente perjudicial al estrés es la percepción que tenemos nosotros mismos sobre su gravedad y cómo creemos que nos está afectando. 

LO QUE CREEMOS NOS AFECTA MUCHO MÁS DE LO QUE REALMENTE NOS OCURRE.

Podemos llamarle resiliencia, me parece bien, pero parece que sea una cualidad que sólamente algunas personas logran poseer. 

Lo que realmente me sorprende: algo que podemos CAMBIAR, aquello en lo que CREEMOS, sin duda, te puede alargar la VIDA.

La próxima vez que te sientas estresado, en casa, en el trabajo… ¡Ah, sí! ¡Mi cuerpo me está preparando para la acción! ¡A por ello!

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Laura Cano | Breu: espai de Psicoteràpia
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